Mi padre se llamaba Victor y eran sus apellidos Garcia Garcia. Lo apodaron el Brasileño debido a su estancia en ese pais sudamericano. Nació en Muriello (Quirós). Fue el menor de tres hermanos. Mis abuelos, pobres, emigraron a Brasil en busca de mejoras económicas para su familia. Durante su estancia estudio contabilidad y se afilió al Partido Comunista. Regresó a España participando en la Revolución de Octubre de 1934 como militante del Partido Comunista Asturiano. Estuvo preso en la cárcel Modelo y en el penal del Dueso (Santoña). Luchó en la Guerra Civil en el Frente Norte con el empleo de comisario de brigada, siendo la unidad a la que estaba asignado la 111.ª, con sede en Bayo. Fue miembro del comité central del PC de Asturias y de la Internacional Comunista.
Finalizada la guerra, no buscó la protección del exilio en la Habana, Moscú o Paris como el "prócer" asturiano cuyo homenaje me ocupa, sino que siguio en la lucha por los ideales perdidos y, si solución de continuidad, se incorporó a la clandestinidad. Se estableció en el norte de Portugal y Galicia reorganizando el PC de esas tierras, que habia sido totalmente desarbolado por el regimen. Contribuyó a crear una guerrilla con novecientos cuarenta y siete luchadores en pos del restablecimiento de la República vencida.
Pero el comité central del PC, asentado en Francia comandado por Dolores Ibárruri y Santiago Carrillo, juzgó que la labor realizada por mi padre al frente del partido en Galicia no coincidia con sus proyectos y decidieron asesinarlo (quiero hacer constar que en los archivos del PC consultados no existe ningún documento inculpatorio contra él). Y los asesinos enviados por el partido lo lograron en el año 48.
Su cadáver fue encontrado en un bosque con un disparo en la cabeza y con parte de su anatomia destrozada por las alimañas. Fue enterrado en el cementerio de una población rural, Moalde, perteneciente al municipio de Silleda (Pontevedra).
Hace seis meses hallé su tumba sin signos identificativos. Fue su único homenaje. Creo que mis lágrimas estan justificadas.
Quiero terminar rogándoles a ustedes, los periodistas, que tanta influencia tienen sobre los poderes públicos y las corrientes de opinión, que contribuyan a rescatar del olvido a aquellas personas que, como mi padre, llenaron los montes y las cárceles de nuestra sufrida tierra del grito de libertad que aún retumba en tantos corazones.
Vaya, asimismo, mi recuerdo y un abrazo solidario para los hijos y los nietos de aquellos hombres y mujeres que dieron su vida por la democracia y que nunca serán homenajeados.
Victor Garcia Fernández
Fuente: La Nueva España: 10-08-2009
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